El gran sofá rojo

Mi madre nunca nos dejaba entrar en el comedor, decía que le había costado mucho esfuerzo conseguir amoblarlo y que para nada iba a tolerar que nos subiéramos al gran sofá rojo, que era solo para las visitas. Yo me lo miraba y me preguntaba: ¿Qué visitas? Sí, de vez en cuando venían mis tías, por lo demás venia una amiga de mi madre que tenía gemelas y que le ayudó mucho. No había duda, yo y mi hermana teníamos manía al gran sofá rojo. Así que, un día disimulamos ir al colegio y nos escondimos detrás del sofá rojo a comer dulces que habíamos comprado el día anterior. ¡Armamos una de órdago! ¡Y nos pillaron! Ni que decir que la tunda fue también de órdago. Nunca más miré al sofá, como el sofá, sino como su señoría el gran sofá rojo. AUTORA: JADE.BUENO